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Ahí estaba yo haciendo una fila junto a otras 30 niñas, anhelaba hacer ya mi primera comunión con mi hermoso y largo vestido blanco al parecer decorado con un leve rocío de nieve, hoy pienso en cuan emocionada estaba y no por que recibiera la ostia que deba el padre, sino por la fiesta que seguía a eso de las 3 de la tarde con todos mis compañeros. Puedo decir, que fue casi la misma sensación cuando cumplí mis 15 años, mi familia expectante a mi entrada, y yo echa alegría y nervios. Pero no solo eso fueron mis 15 años, sería muy poco para mí, entonces, pedí el famoso y ya cliché viaje a estados Unidos con crucero incluido, dicho barquito tenía 13 pisos, o pues eso pude contar al momento de entrar por primera vez, me sentía una niña de nuevo, la cual podía jugar, comer helado, caerse y sin importar seguir corriendo, así como cuando estaba en quinto de primaria en el 2008. Ese viaje fue uno de los momentos más felices de mi vida.

Sin embargo, para mi familia la felicidad más gratifícate que les he ocasionado hasta hoy fue mi graduación de bachiller en el 2014, recuerdo que por ser la primera de la lista, gracias a mi apellido Anaya, fui la principal estudiante en salir a ese gran salón lleno de esperanzas, que para mí era como el final y a la vez un nuevo comienzo para empezar a dar rumbo a mi vida, a eso de las 10:30 de la mañana pude sentir la emoción que es abrazar a mi familia y amigos después de lanzar el gorro del disfraz de graduación, nunca supe cómo se llamó eso, para mí era una túnica.

Años después, me di cuenta que mis amigos del colegio desaparecieron, o pues la mayoría, al igual que con los que pase toda la primaria, sin embargo, conocí al entrar a la universidad personas maravillosas que complementan mi vida, y no sé si en 8 años después seguiremos con las mismas locuras y complicidades que hoy, pero lo disfrutare mientras dure. Es como pedir el algo que de verdad quieres, y será sorpresa si de cumpleaños te lo darán o no. Entonces recuerdo que para mí graduación hice un trato con mi mamá, recuerdo exactamente sus palabras: “excursión o regalo” obviamente le dije que excursión, como no querer estar una semana completa con mis compañeras en el mes de octubre del 2014, a la isla más linda de Colombia, ¡San Andrés!. Fue un viaje en el cual sentí libertad total, cada mañana era de guayabo, las tarde pronosticadas a dormir y en  las noches iniciaba la diversión.

Entonces,  puedo deducir que me gustaba más cuando tenía 10 años que ahora que tengo 18, claro está solo por la parte académica, en la universidad te exigen hasta lo que no tienes, pero hay maestros con los que quieres ver clases todos los semestres y otros que después de la primera clase, no les quieres volver a ver el rostro. No sé qué me depare el futuro, quizás sea la mejor de mi carrera, o trabaje en algo para cual no me prepare e incluso ser maestra, o no  maestra quizás no, pero en 10 años nos volveremos a encontrar en estas mismas páginas para recordar y vivir  aquello que marca, moldea y destaca mi vida. 

La memoria de solo 8 años 

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